Preparándote para un hijo adoptado que está enfrentando trauma

Las personas son inmensamente resilientes ante el estrés y los niños igual. De hecho, algunos tipos de estrés son buenos – como cuando un pequeño aprende un juego nuevo o va a la escuela por primera vez – ayuda a los niños a crecer y desarrollarse en maneras increíbles.

Sin embargo, el estrés traumático, es una respuesta que ocurre cuando los bebés o niños son expuestos a situaciones que los amenazan o les causan daño. El daño puede ser emocional, físico o percibido – lo cual puede desencadenar una respuesta tipo “luchas, corres o te congelas”. Esto causa cambios en el cuerpo (como ritmo cardiaco elevado y presión sanguínea) y cerebro (como la forma en que uno percibe y responde a las amenazas en el mundo). A menudo, la recuperación es rápida, pero otras veces los efectos del trauma son duraderos, y puede impactar el desarrollo de un niño y dicho trauma interfiere con el desarrollo normal y sobrepasa la habilidad del niño de enfrentarse a situaciones cotidianas y funcionar ante ellas.

El trauma puede variar ampliamente, y puede incluir desde experimentar violencia doméstica, física, abuso sexual, intimidación, ver a un ser querido herido o enfermo, accidentes o desastres naturales, negligencia, o tener un padre biológico o miembro de la familia actuar impredeciblemente debido a una enfermedad mental. Los niños adoptados también pueden experimentar trauma al ser llevados al sistema de bienestar infantil en virtud de ser separados de su hogar y de su familia biológica o cuando experimentan colocaciones adicionales en los hogares de guarda.

¿Cuáles son los efectos del trauma?

Los efectos del trauma pueden manifestarse de varias maneras en los niños, y los problemas pueden ir desde físicos, a cognitivos, emocionales y conductuales.

  • Los problemas físicos pueden incluir enfermedades crónicas que pueden durar hasta la edad adulta, y hasta la inhabilidad de un niño para controlar su respuesta al estrés.
  • Los problemas cognitivos (de pensamiento) pueden incluir problemas de memoria y dificultad para aprender y concentrarse. 
  • Los problemas emocionales (de sentimientos) pueden incluir un niño con problemas para regular sus emociones, dificultad para confiar o formar apegos, dificultad para sentirse seguro, depresión y ansiedad, y baja autoestima.
  • Los problemas de comportamiento pueden incluir problemas para controlar sus impulsos
    y reaccionar con peleas o agresividad.

¿Qué otros factores juegan un rol?

Hay muchos factores que pueden afectar como se manifiesta el trauma. La edad del niño cuando fue expuesto al trauma puede hacer una diferencia, ya que los niños más pequeños son muy vulnerables y pueden retener lo que se llama “recuerdos sensoriales” aun cuando son muy pequeños para hablar del trauma. La frecuencia de los eventos traumáticos también hace una diferencia, ya que el experimentar múltiples eventos traumáticos puede ser más dañino. En qué tanto peligro se perciben ellos mismos también es un factor importante. Las influencias positivas presentes en la vida de un niño también marcan una diferencia, ya que los niños en relaciones sanas y habilidades sanas para enfrentar las cosas se ven beneficiados por estos factores y tienen más probabilidades de recuperarse.

¿El trauma se manifiesta de diferente manera en niños de edades diferentes?

El trauma también se puede presentar de forma diferente en bebés y niños de edades diferentes.

  • Para niños muy pequeños menores a 5 años, las señales de trauma pueden variar, desde retrasos importantes, irritabilidad, asustarse con facilidad, berrinches, demasiado apego, niveles de actividad que son notablemente altos o bajos a comparación con otros niños de su edad, se difíciles de tranquilizar, y repetir los eventos traumáticos que han experimentado ya sea en una conversación o juegos.
  • En los niños de edad escolar, entre las edades de 6 y 12 años, las señales pueden incluir dolores de cabeza o estómago frecuentes, llanto o tristeza frecuentes, hablar frecuentemente sobre sentirse asustados y sobre cosas que causan miedo, mostrar comportamientos que son más comunes en niños pequeños (como tener miedo a la oscuridad, mojar la cama, chuparse el dedo), mostrarse alejados y callados, dificultad para poner atención, dificultad con los cambios, pelear, querer estar solos, comer demasiado o muy poco, y cambios en su desempeño escolar.
  • En adolescentes, de edades entre 13 y 18 años, las señales de trauma pueden manifestarse como en estar cansado todo el tiempo, dormir mucho o muy poco, peleas frecuentes, refutar argumentos frecuentemente, negarse a seguir reglas, negar el trauma o hablar sobre ello a menudo, no querer pasar tiempo con amistades, conductas de riesgo, uso de drogas o alcohol, huir, meterse en problemas.

Cuando los niños se comportan de estas maneras, es importante recordar que lo hacen porque es una forma de protegerse a si mismos, y sus comportamientos son como en gran medida como un instinto de supervivencia. Si el niño estuviera realmente expuesto a una situación peligrosa, estos comportamientos podrían ayudarles – y los comportamientos pueden de hecho haberlos ayudado y protegido anteriormente en sus vidas, en respuesta a las cosas malas que le pasaron. Pero con el tiempo, estos comportamientos pueden convertirse tanto en hábitos como reflejos, de tal manera que aun cuando el niño ya no esté en una situación peligrosa, no pueda reconocer que ya no hay peligro presente y continúe actuando de una manera que, ahora, parece estar fuera de proporción con respecto a lo que está pasando en su entorno nuevo y seguro.

¿Por qué es importante tratar el trauma?

Estas señales de trauma van desde lo que puede sonar normal para un niño de esa edad – bebés que siendo “quisquillosos”, niños hablando de cosas de miedo, adolescentes contestando – a problemas de mucha importancia. Pero todo el trauma es preocupante y necesita ser tratado. La buena noticia es que los proveedores de atención médica y los especialistas de salud mental ahora más que nunca conocen más sobre el trauma y cómo se puede ayudar a los niños que sufren de trauma con la ayuda adecuada.

Con adultos amorosos, cariñosos y solidarios en sus vidas, los niños pueden recuperarse del trauma, lo cual puede significar que los efectos negativos del trauma sean eliminados o reducidos. Apoyo y cuidados de manera consistente y paciente son integrales.

Y muchos niños pueden necesitar un tratamiento que vaya más allá de simplemente tener adultos amorosos en sus vidas. Esto puede tomar la forma de terapia o asesoramiento con un especialista de salud mental e inclusive algún medicamento.

También es importante señalar que los traumas particularmente severos pueden superponerse con diagnósticos de salud mental, como TEPO (trastorno de estrés postraumático), TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), depresión, ansiedad, TOD (trastorno de oposición desafiante), TEI (trastorno explosivo intermitente), o retrasos específicos del desarrollo. Si bien estos diagnósticos deben ser tratados, también es necesario abordar el trauma subyacente, y esto es de mayor beneficio para el niño a largo plazo.

Y claro, todo esto no va a cambiar de la noche a la mañana. Va a tomar tiempo para que el cerebro y el cuerpo del niño aprendan a responder al mundo que les rodea de manera apropiada. 

¿Qué puedes hacer para ayudar?

Si adoptas un niño que ha experimentado un trauma, hay mucho que puedes hacer para ayudarlos en su camino a la sanación.

  • Guía con amor, generosidad y paciencia: De nuevo, la sanación no pasa de la noche a la mañana. Aun cuando tu pequeño se comporte de formas que son particularmente retadoras, siempre dales mucho amor y se generosa con tus elogios. Sé paciente, sé amable, y cuando las cosas se pongan difíciles, no lo tomes de manera personal. – Asegurate de que también celebren los pequeños logros a lo largo del camino – el camino a la recuperación estará lleno de ellos.
  • Escucha y reafirma: No forces las conversaciones, pero haz lo que puedas para dejarle saber a tu hijo que siempre puede hablarte acerca de lo que piensa y siente – aun cuando algunas de las cosas de las que quiera hablarte sean incómodas. Es importante que tomes sus preocupaciones seriamente, asegurale que no tiene la culpa de ningún trauma ocurrido, y corrige cualquier información errónea que te comparta.
  • Sé abierta y muestra disponibilidad: Los niños traumatizados pueden evadir a los adultos o mantenerse alejados de ellos como un mecanismo de defensa, pero tu deber estar disponible para tu hijo de forma que funcione para ellos – con niños pequeños, esto puede significar apapachos extra, mientras que para niños más grandes puede significar tiempo de calidad extra juntos. Recuerda que los niños que desean este tipo de atención no es porque sean niños demandantes.
  • Sé consistente: Desde jugar su juego favorito una vez por semana, o irse a dormir a la misma hora cada noche, desarrollar una rutina y rituales regulares con tu familia, puede ayudar a tu hijo a sentirse seguro y que saben que esperar. Eso también ayudará a prepararlos para manejar mejor los cambios y nuevas experiencias.
  • Mantén la calma: Cuando un niño está muy molesto, puede ser difícil mantener la calma, pero tus reacciones pueden ser algo adicional que altere a tu hijo. Así que reconoce sus sentimientos, no eleves tu tono de voz y no participes en castigos físicos. Las expectativas de comportamiento deben ser consistentes, razonables, e incluir un enfoque en elogiar su buen comportamiento.
  • Identifica y evita los detonantes del trauma: Cosas o acontecimientos que pueden parecer inofensivos en el nuevo y seguro entorno de la vida de tu pequeño pueden, sin embargo, ser un detonante para ellos. Así que trata de poner atención a su comportamiento y toma nota de lo que parezca que les causa una reacción fuera de proporción para la situación en cuestión. Una vez que estos factores detonantes sean identificados, ayuda a tu hijo a evitarlos hasta que se haya logrado un mayor progreso en su sanación.
  • Fomenta la relajación, las experiencias positivas y una autoestima fuerte: Todas estas cosas – desde respiración profunda hasta afirmaciones positivas – les ayudarán en el camino a la recuperación.
  • Busca tratamiento de expertos: Si buscas ayuda profesional – y deberías de, si los síntomas de tu pequeño duran mas de unas semanas o empeoran en lugar de mejorar –  asegúrate de trabajar con un profesional de la salud mental que ha sido entrenado para tratar niños con trauma, ya que este debe ser el enfoque principal en el cuidado de tu hijo.
  • Cuida de ti también: Ningún padre quiere ver a su hijo sufrir o batallar, y cuidar de un hijo que ha experimentado un trauma puede ser desafiante, aislante e incluso puede ser un detonante para ti si tu también has pasado por un trauma. Así que tómate el tiempo de cuidar de ti misma, haz cosas que disfrutes, y busca tratamiento para tu propio trauma si es necesario. Y acércate a tus seres queridos, grupos de apoyo y profesionales para recibir consejo y apoyo.

Recuerda, es posible sanar

De nuevo, la recuperación de un trauma toma tiempo. Pero los niños son resilientes, y sanar es posible. Con tu ayuda, amor y apoyo, tu hijo no solamente puede sanar, si no prosperar. 


Sources
  • “Helping foster and adoptive families cope with trauma.” American Academy of Pediatrics. American Academy of Pediatrics and Dave Thomas Foundation for Adoption, 2015. Retrieved September 14 2018. https://www.aap.org/en-us/advocacy-and-policy/aap-health-initiatives/healthy-foster-care-america/Documents/Guide.pdf.
  • “Parenting a child who has experienced trauma.” Child Welfare Information Gateway. U.S. Department of Health and Human Services Administration for Children and Families Administration on Children, Youth and Families Children’s Bureau, November 2014. Retrieved September 14 2018. https://www.childwelfare.gov/pubPDFs/child-trauma.pdf.
  • “Preparing and supporting foster parents who adopt.” Child Welfare Information Gateway. U.S. Department of Health and Human Services Administration for Children and Families Administration on Children, Youth and Families Children’s Bureau, January 2013. Retrieved September 14 2018. https://www.childwelfare.gov/pubPDFs/f_fospro.pdf.
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